José Luis Rodríguez Zapatero analiza el valor del español en el Cervantes de Pekín. Notas de prensa 2011. Sala de prensa. Instituto Cervantes
12 de abril de 2011
Saludos y agradecimientos: Autoridades, Instituto Cervantes.
Agradezco al profesor Dong tan generosa presentación. Y quiero darle las gracias, además, por la pasión con que se dedica a la difusión y promoción de la cultura española y portuguesa en este lado del mundo, desde hace ya tantos años.
Como dejó escrito el premio Nobel José Saramago -a la vez portugués y español, porque así lo quiso él mismo-, “los escritores hacen la literatura nacional y los traductores la hacen universal”, y gracias al trabajo del profesor Dong, nuestros libros han llegado al corazón de los lectores de China. Un trabajo y una ilusión por los que recibió la Orden de las Artes y las Letras, la más alta distinción cultural que concede el Gobierno de España, y por los que quiero trasladarle, en nombre de mi país, nuestro reconocimiento y nuestra gratitud.
A través de este merecido reconocimiento, quiero expresar también mi agradecimiento y mi admiración a todos los hispanistas, estudiosos y estudiantes, apasionados de la lengua y la literatura españolas, algunos de los cuales nos acompañan hoy en este Instituto Cervantes. Gracias por apreciar el español.
Gracias por su entrega y su labor ejemplar para difundir la lengua y la cultura españolas en este país, multiplicando su eco y extendiendo su riqueza.
Dice el precepto del sabio Lao-Tsé que “un viaje de mil millas comienza con el primer paso”. Pues bien, en julio de este año, hará seis que firmamos, aquí mismo, en Pekín, una carta de intenciones para la apertura de centros culturales de China en España y de España en China. Un año después, en julio de 2006, sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias inauguraron este centro Cervantes de Pekín. A su vez, el primer centro cultural chino de España -homólogo de este nuestro- se inaugurará este mismo año en Madrid, en el corazón de la capital de España.
Permítanme que señale, en este momento, otras iniciativas que, sin duda, interesan sobre todo a la juventud de nuestros dos países. Se trata de la Ruta Quetzal 2012, que se desarrollará por primera vez fuera de Iberoamérica y en territorio chino.
Estamos, pues, ante la expresión de la voluntad de ambos gobiernos, el chino y el español, por acortar la distancia que separa a nuestros países, y acercar todo un universo de relaciones entre ambas sociedades: relaciones políticas, comerciales, sociales y, por supuesto, culturales.
Se trata del encuentro de dos mundos que se han mirado, hasta ahora, desde la lejanía que marca el mapamundi, pero que se han sentido también atraídos desde siempre.
Este centro Cervantes, uno de los nudos principales de la red de 77 centros que esta institución -que considero fundamental para la Acción Cultural Española en el exterior- tiene repartidos por todo el mundo, es una estación más de un viaje de conocimiento y de entendimiento que todos confiamos en que será largo y provechoso.
Y les puedo asegurar que, como Presidente del Gobierno de España, es muy emocionante reconocer los signos de amor a la cultura de mi país: los 20.000 estudiantes de español en esta tierra ofrecen, en este sentido, una idea cabal del interés por aprender nuestra lengua y conocer nuestra cultura.
Quiero mostrarles mi gratitud. A ellos y a los 18 millones de personas que en el mundo comparten la atracción por el castellano y la cultura española.
En el caso de China, es continuación de una corriente continua de atención a lo largo de décadas, desde aquella primera traducción del Quijote, allá por los años veinte del siglo pasado, hasta la más reciente del profesor Dong Yansheng, o los libros de la Biblioteca “Antonio Machado” del Instituto Cervantes, que agrupa obras de más de 160 autores de nuestra historia literaria que se han quedado ya a vivir entre ustedes.
Por nuestra parte, hemos procurado corresponder con esta labor de traslación de obras literarias chinas a nuestra lengua, trayendo a nuestro particular océano de las palabras la poesía de Tang, la sabiduría de Confucio o de Laozi y tantos maestros y creadores más.
Cuando se le da la bienvenida a cada hablante nuevo de una lengua, se le entrega también la clave, la explicación de su pasado, la de quienes se sirvieron de ella para contar su vida.
El español pertenece, por ello, a todos los hablantes de español. A los que lo hablan en España y en todos los países hispánicos, o en Estados Unidos, donde más de 40 millones de personas lo tienen como lengua materna. A los que lo hablan y escriben en cualquiera de los rincones del orbe.
España es sólo (o nada menos que) una provincia de ese territorio que Carlos Fuentes, el gran escritor mexicano, ha denominado “el territorio de La Mancha”, en el que conviven Cervantes, Cortázar, Quevedo, Gabriela Mistral, Borges, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, García Márquez, Vargas Llosa, Ana María Matute, Octavio Paz, Juan Gelman o Antonio Gamoneda.
Así es percibida también, desde fuera, la literatura en español, como una muestra universal de admirables voces singulares. El Quijote, Lorca, García Márquez o el último Premio Nobel, Mario Vargas llosa, son símbolos e iconos de nuestra cultura, pero son también regalos que tenemos el gusto de ofrecer al mundo entero. Y, junto a ellos, los cuadros de Velázquez o de Goya; las películas de Buñuel y de Pedro Almodóvar; la música de Manuel de Falla, los estudios de Severo Ochoa y Ramón y Cajal; el vuelo de un baile de María Pagés o un hallazgo gastronómico de Ferrán Adrià, representantes todos ellos de ese universo creativo llamado “España”.
Cuando un niño del colegio de Tianjin o de Shanghai, un universitario de cualquiera de las 60 universidades chinas en las que se enseña español, o un estudiante de este Centro Cervantes, aprende a decir en nuestra lengua “amigo” o “paz”, está empezando a brotar la semilla de nuestra lengua, que abre la puerta a un idioma hablado por más de 400 millones de personas en 21 países, y a una rica cultura destilada a lo largo de los siglos.
Y si he querido que, hoy, el tema sobre el que gire mi intervención fuera “el valor del español”, no es por casualidad. Es para resaltar que el español, además de ser la lengua de referencia de millones de hispanohablantes que la utilizan como vehículo de comunicación, de creación y de cohesión, es también un medio de desarrollo económico y de creación de riqueza indiscutible.
Sobre este asunto del valor económico del español se ha investigado y debatido mucho en los últimos años.
Yo mismo me he referido en varias ocasiones a la significación que el idioma tiene en nuestra balanza de pagos, no sólo por lo que representan los ingresos derivados de la misma enseñanza de nuestro idioma, sino por todo lo que conocemos como industrias de la lengua: producción editorial, de cine y televisión, así como otras producciones secundarias que a ella puedan asociarse.
Un estudio de hace unos años valoraba en un 15% el Producto Interior Bruto (PIB) de España el importe de toda la riqueza derivada de las industrias culturales que utilizan la lengua de Cervantes.
Las industrias del libro, el cine, la música y los medios de comunicación presentan un especial dinamismo a nivel nacional e internacional. Hoy el desafío entre las lenguas más importantes está en Internet, y en las tecnologías emergentes, dado su gran potencial para conectar con grandes públicos de todo el mundo.
Estamos asistiendo a la creación de un tupido entramado de redes en permanente expansión que agrupa a millones de individuos en nuevas e inesperadas comunidades virtuales donde no existen las fronteras, que ha multiplicado exponencialmente sus formas de creación y difusión, cobrando una importancia hasta ahora desconocida.
El español es, en efecto, como dijo su Alteza Real, el Príncipe Felipe de Borbón, en la última reunión de directores del Instituto Cervantes, «la gran autopista que permite a cuantos lo hablan circular ágilmente por la sociedad global». En este sentido, también el Instituto Cervantes ha querido adelantarse al futuro por medio de las Aulas Virtuales, verdaderos centros de referencia en la formación y asesoramiento a distancia para estudiantes de español en todo el mundo.
Si la lengua española ha de desempeñar algún papel en el mundo del futuro, será por su capacidad de atracción como segunda lengua, la otra lengua de occidente, que brota no sólo de las dimensiones del grupo de sus hablantes, sino además de su eficacia y su prestigio internacional.
Ahora bien, «no hay lengua internacional que no sea lengua de la ciencia y la tecnología». La lengua es el material con el que se construye el pensamiento.
Por ello, ese proyecto que hemos llamado “Pensar en español”, impulsado desde el Gobierno de España, con la inestimable compañía de universidades de toda América Latina, pretende asegurar la presencia del español en el pensamiento, la ciencia y la investigación, como una de las grandes lenguas para la comunicación internacional de la comunidad científica en los próximos años.
Una lengua con la que se cree y se nombre el futuro.
Con ese objetivo, estamos trabajando desde diferentes instituciones del Estado en la promoción de foros y encuentros al más alto nivel académico, publicaciones y revistas especializadas, dentro y fuera de la Red, así como en la búsqueda de acuerdos internacionales para la consideración y validación de las publicaciones científicas en español.
Con China estamos colaborando en distintos ámbitos. Las relaciones en materia de educación son excelentes, hay ya diversos proyectos de trabajo conjunto, después de la celebración, en 2010, del “Año de las Lenguas española y china” en ambos países. La naturaleza y fortalecimiento de dichas relaciones ha cobrado un reciente impulso y ya están trabajando los equipos de los Ministerios de Educación para estudiar y fomentar los acuerdos necesarios para la puesta en marcha, en el menor plazo posible, de nuevas Secciones de Español en centros chinos. Los primeros frutos podrán verse ya el próximo curso, en que habrá dos Secciones de Español más. Pasamos, así, de tres a cinco, y queremos que el número siga creciendo.
Y en el ámbito universitario, de las 25 universidades con departamentos de español que había en China en 2005, se ha pasado a más de 60 centros universitarios, donde el español se imparte como una especialidad de Filología Hispánica, como segunda lengua extranjera o como estudios complementarios.
A tal oferta se le deben sumar los más de 160 acuerdos suscritos entre universidades españolas y chinas. Asimismo, cada año el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España, a través de la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo, envía lectores a estas universidades. En el área Asia-Pacífico casi hemos duplicado el número de lectorados en los últimos años.
Es voluntad de mi Gobierno que los 14 lectorados que hay, actualmente, en China se amplíen todo lo posible en los próximos años, para lo cual ya están trabajando los diferentes departamentos implicados.
Señoras y señores, voy concluyendo.
Al universo hispanohablante se refirió Miguel de Unamuno en estos términos:
«El español […] el español de España, el español de América, y el español del extremo de Asia. Nuestro interés no es imponer nuestra lengua, sino difundirla para compartir con el resto del mundo unos valores que se asocian a un universo de tradiciones que forman parte ya del legado que la cultura española e hispana ofrece al resto del mundo.»
Es un hecho objetivo que el número de hablantes de español aumenta de un modo significativo, lo que viene a demostrar que, cada vez más, nuestra lengua, la lengua de todos, es un puente tendido hacia el futuro.
Somos conscientes de la herencia de la que somos depositarios. Nuestra lengua, nuestra cultura, se revelan a través del tiempo y en todos los campos de la creación y el conocimiento como lo que son, un gran tesoro, una gran riqueza, unos de los principales elementos de nuestro desarrollo presente y futuro. El aliento que une a millones de personas y uno de los mayores patrimonios de la Humanidad.
La lengua española es la casa común de todos los hispanohablantes, y quiere serlo también de todos los que a ella llegan, porque consideramos que, siendo herederos de un legado intrínsecamente valioso, su valor aumenta conforme se multiplica su uso.
Esa casa común está en España, está en América Latina, está en Estados Unidos, está allí donde haya un estudiante de español. Está aquí, en este Instituto Cervantes, que es vuestra casa. Gracias a todos aquellos que estudian, aman y aprecian el español. Gracias. Y les animo de corazón a continuar contribuyendo, con su pasión y su esfuerzo, al vigor y a la riqueza de nuestra lengua.
Muchas gracias a todos.