Quiero ser flamenco, ¿por dónde empiezo?

Es altamente probable que si viaja a cualquier parte del mundo y dice que es de España, alguien le endose un sonoro “¡olé!”. Y no será por casualidad. Ese ole tiene un origen muy conocido. Ya sea de nuestro interés o no, el flamenco es sin duda el valor cultural más exportado de España, con permiso de Julio Iglesias y la tortilla de patatas –con o sin cebolla–.
Y es que más allá del estereotipo que acabo de describir, el primer canon flamenco, descrito allá por 1881, se dio en medio de una oleada de viajeros y curiosos de diverso pelaje que buscaban, sobre todo en Andalucía, el exotismo alhambrista y su idealización nostálgica, el fervor romántico y la sensualidad de una vida despreocupada y flemática –cosa que, lejos de haberse superado, todavía explota la publicidad de la cerveza Cruzcampo–.