Comparecencia a petición propia ante el Pleno para abordar el Plan de Respuesta y Relanzamiento Comercial.
Señorías, muy buenos días, o ya prácticamente buenas tardes.
Comparezco ante ustedes, como saben, a petición propia para informar, en primer lugar, de la situación actual en el conflicto arancelario abierto por la Administración estadounidense. Pero también, por supuesto, para informar del plan de respuesta y del lanzamiento activado por el Gobierno de manera inmediata, apenas doce horas después del anuncio de aranceles por parte de la Administración americana, el miércoles, día dos, a última hora de la noche.
Quisiera empezar con algo de perspectiva, recordando, por supuesto, que el comercio internacional es fuente de riqueza y de bienestar.
Hablemos de las ganancias del comercio. Las fuentes de esas ganancias son numerosas. Desde, por supuesto, el acceso a una mayor variedad de bienes y servicios, también a bienes y servicios de mayor calidad. Mejora en la eficiencia, que surge de la especialización gracias al comercio internacional. También aumento del empleo, apertura a nuevos mercados para nuestras empresas, que les permite crecer. O incluso generación y distribución de riqueza adicional para alcanzar, en definitiva, mejores resultados para el conjunto de nuestra sociedad.
Para España, sin ir más lejos, el comercio internacional ha sido una fuente de muy buenas noticias en el pasado. Y no hace falta remontarse a un pasado lejano para tener ejemplos tangibles de los beneficios de la apertura económica para España.
La entrada de la Unión Europea como democracia plena en los años 80 supuso el fin del aislamiento y una transformación de nuestro estado del bienestar sin parangón, un aumento de nuestra calidad de vida. En los 10 años que siguieron precisamente a nuestra integración en la Unión Europea, nuestro PIB per cápita pasó a ser del 70 al 80% del del conjunto de la Unión.
Y hoy somos, gracias a esto, una economía abierta, una economía avanzada, la cuarta economía de la Unión Europea, motor de crecimiento en estos momentos tan inciertos, con una de las mayores esperanzas de vida a nivel mundial. Referente, por ejemplo, en energías verdes. Y también, como no puede ser de otra manera, en investigación, investigación clínica de medicamentos, por ejemplo, como contribución esencial de España también al bienestar en Europa.
Es decir, somos un país del que estar orgullosos. Nuestras cadenas de valor están fuertemente integradas con las de nuestros socios comerciales, socios que están en ocasiones a miles de kilómetros. Dependemos, por lo tanto, unos de otros.
Permítanme demostrar o ejemplificar esta dependencia con un ejemplo muy práctico, con un objeto cotidiano que muchos de ustedes usan y que yo llevo conmigo ahora mismo. Son unas simples gafas. Esto es un producto muy sencillo, como todos ustedes saben. Pueden ser las mías, pueden ser las suyas, pero son unas gafas que con mucha probabilidad pueden haber sido diseñadas en Europa, en España, por ejemplo, en Barcelona. Son gafas cuya montura de acetato ha sido hecha probablemente en Japón, las lentes fabricadas en Francia o Alemania, las varillas procedentes de China, que es un gran exportador en este ámbito, las bisagras probablemente vienen de Suiza y, por ejemplo, las plaquetas nasales puede que procedan de Taiwán. Es un ejemplo sencillo, señorías, pero nos ayuda a visualizar, como he dicho antes, la interdependencia que existe entre las economías del mundo. Una interdependencia en el más mínimo detalle.
La importancia del comercio, de la interconexión entre nuestras economías y las ventajas que ello supone el que estemos más interconectados. Ventajas como, por ejemplo, ya he señalado, la variedad de productos a la que tenemos acceso, la calidad de esos productos, el acceso a los productos a menores precios como consumidores. El comercio internacional me permite disponer de este bien muy preciado para mí en estos momentos, como son las gafas, a un precio asequible y, además, de manera prácticamente inmediata.
Además de ello, precisamente la integración de los mercados da lugar a una especialización en la producción. Estamos ajustando el comercio a las ventajas comparativas de cada uno de los países y esto es un factor de desarrollo, un factor de creación de empleo y se sabe ya desde hace siglos.
Además, la evidencia empírica muestra que las empresas exportadoras son capaces de crecer más y, evidentemente, tienen un mayor potencial en cuanto a acceso al mercado. Empresas exportadoras crecen más, generan más empleo, son más productivas, en definitiva, son capaces de atraer trabajadores de mayor cualificación y se pueden permitir también mayores salarios.
Queda patente, por lo tanto, el beneficio del comercio internacional. De ahí, sin duda, el desconcierto que están generando las decisiones de política comercial por parte de la nueva administración estadounidense. Medidas que resultan, a todas luces, injustificadas y arbitrarias.
Déjenme dar algunos ejemplos de mensajes errados que estamos escuchando estos días de manera insistente pero que son totalmente contrarios a la evidencia empírica y a la racionalidad económica.
En primer lugar, parece plantearse una idea equivocada de que lo ideal es mantener una balanza comercial equilibrada con todos nuestros socios comerciales y que el déficit comercial es en sí un síntoma de debilidad, de una injusticia. Sin embargo, este planteamiento, como he dicho antes, no cuenta con un fundamento económico sólido. Como decía antes, un déficit comercial es lo que permite, por ejemplo, a Estados Unidos ser capaz de importar bienes de otros países, hacerlo a menor coste que si tuviera que producirlo él mismo y, además, fomentar que ese tercer país pueda adquirir a su vez productos estadounidenses.
No perdamos de vista que no estamos hablando sólo de comercio de bienes o mercancías. Cuando hablamos del comercio bilateral tenemos que considerar también la balanza de servicios. En este caso, Estados Unidos, por ejemplo, con respecto a la Unión Europea, tiene un superávit en materia de servicios y también sucede con muchos de sus socios comerciales. ¿Esto qué le permite a Estados Unidos? Pues exportar, por ejemplo, soluciones en materia de software informático, educación, servicios financieros o también elementos culturales importantísimos, entre otros muchos aspectos.
Los mal llamados aranceles recíprocos que está diseñando la Administración americana constituyen, como he dicho en este contexto, claramente una medida arbitraria e injustificada. Estos aranceles horizontales que tienen un suelo del 10%, como saben, y sobre los cuales se han impuesto recargos adicionales -en el caso de la Unión Europea otro 10%, otros 10 puntos porcentuales-, estos aranceles, como decía, no guardan ninguna relación con aranceles existentes o preexistentes ni con barreras arancelarias que puedan estar aplicándose en el resto del mundo.
Y déjenme citar tres ejemplos de por qué estas medidas son totalmente arbitrarias.
Tomemos, en primer lugar, el caso de la Unión Europea. La Unión Europea ahora mismo tiene un arancel medio, estos son datos de la OMC, de la Organización Mundial del Comercio, tenemos un arancel medio con respecto a Estados Unidos del 5,1%. Esto es, sin ponerle peso, sin ponderar las exportaciones específicas de cada uno de los bienes. Si tuviéramos en cuenta qué importamos de Estados Unidos de cada uno de los bienes y qué arancel se le impone a cada uno de esos bienes que importamos, los aranceles que estamos poniendo a Estados Unidos se bajarían o bajarían hasta el 1,2%. Ese es el arancel efectivo que está imponiendo ahora mismo la Unión Europea a los productos estadounidenses. Queda claro, por lo tanto, que frente a este 1,2%, que acabo de citar, los aranceles impuestos por Estados Unidos, que son en promedio o de manera generalizada de un 20% y pueden llegar al 25% en algunos productos como automóvil o puede que pronto también productos farmacéuticos, si nos atenemos a las declaraciones del presidente estadounidense de anoche mismo, pues estos aranceles del 20 o 25% quedan totalmente señalados o remarcados en este contexto en el cual nosotros simplemente estamos poniendo un arancel promedio del 1,2%. No se basa este arancel del 20% en ningún análisis ni responde, como decía, a racionalidad económica. Es totalmente arbitrario y se ancla en esta premisa errónea que acabamos de comentar de que todo déficit comercial es malo.
Otro ejemplo, más allá de la Unión Europea, Singapur. Singapur aplica un arancel cero a las importaciones estadounidenses. Sin embargo, tiene un déficit comercial, Singapur, con respecto a Estados Unidos. Pero no por ello se ha evitado o ha conseguido evitar que Estados Unidos le imponga un arancel del 10%. Esta tarifa plana mínima, desde luego esto es ilustrativo de lo poco racional que están siendo estos aranceles frente a un país, como decía, que le impone un arancel cero a Estados Unidos y que además tiene déficit comercial con respecto a ellos.
Y el último ejemplo que quiero dar es quizá el más ilustrativo de todos. Estoy hablando de Lesoto, un país del África Meridional. Este país tiene una renta per cápita alrededor del 1% de la renta per cápita estadounidense. Exporta muy poco a Estados Unidos, en torno a los 230 millones de dólares. Mayoritariamente textiles y diamantes. Estas son las exportaciones de Lesoto a Estados Unidos. Además, puesto que tiene muy bajo poder de compra, apenas importa bienes de Estados Unidos. Por lo tanto, tiene un desequilibrio comercial, un superávit comercial con respecto a Estados Unidos. Coherente con su aproximación, que como decía, es totalmente injustificada, Estados Unidos le ha impuesto el arancel más alto de toda la lista a Lesoto, un 50%. Estamos, por lo tanto, viendo la irracionalidad de esta medida, lo injusto en este caso, y además, como decía, lo arbitrario de estos aranceles, porque en este caso queda muy claro que Estados Unidos no va a conseguir ninguno de los dos objetivos que están poniendo sobre la mesa, ni aumentar la recaudación, puesto que no habrá unas mayores importaciones ni un mayor precio, ni, por supuesto, relocalizar producción en Estados Unidos, puesto que las minas de diamantes es difícil que vayan a moverse desde Lesoto a Estados Unidos.
En definitiva, señorías, esto es un error económico. Y son aranceles, por otra parte, que entran en vigor en su totalidad hoy, día 9.
¿Qué cabe esperar? Es la siguiente pregunta de la entrada en vigor de estos aranceles, de esta política norteamericana. Si nos atenemos a la evidencia empírica, además de la teoría económica, lo que cabe esperar es un impacto económico negativo. Eso es lo que cabe esperar.
Miremos la evidencia empírica, qué ha pasado en episodios anteriores. Por irnos al episodio quizás más similar, nos tenemos que remontar a hace 100 años. A comienzos de los años 30 se aprobaron medidas proteccionistas en muchos países, entre ellas la ley Smoot-Hawley en Estados Unidos. Esta ley, como decía, es quizá el antecedente más apropiado para la situación en la que estamos hoy día.
¿Qué supusieron estas medidas? ¿Qué impacto tuvieron? Pues es muy sencillo. Lo que hicieron es acelerar y profundizar el impacto de la Gran Depresión. Este es el impacto que tuvieron estas medidas, que además supusieron una escalada proteccionista por parte del resto de los países. Se conocieron como medidas de empobrecimiento del vecino. Esta es la realidad de lo que sucedió hace en torno a un siglo. El comercio internacional entre 1929 y 1934 se redujo de manera drástica más de un 60%.
Las ganancias del comercio cuando entramos en un mundo fragmentado, en un mundo proteccionista, encerrado en sí mismo, en las pérdidas de los aranceles. Esta experiencia es algo que están recordando de manera reiterada economistas renombrados desde Paul Krugman, Larry Summers, Olivier Blanchard o incluso un economista experto en materia de comercio internacional español como es Pol Antràs. Todos ellos tildan de error histórico estas medidas puestas sobre la mesa por la Administración americana.
Como cabría anticipar, una vez visto lo que ha sucedido en episodios anteriores, podemos ver que la reacción de los mercados también anticipa un coste económico a nivel global. Hemos asistido en los últimos días, desde el jueves pasado, a ajustes muy significativos de los mercados en todo el mundo que confirman también esa valoración negativa que están haciendo del impacto esperable de las medidas adoptadas por la Administración americana.
Por citar algunos, por el ejemplo la caída del Standard and Poor’s 500, que ya se venía observando, pero que desde el jueves ha caído más de un 10%. De hecho, a pesar del respiro que tuvimos el lunes, vimos como ayer volvió a caer cerca de un 2%. Este comportamiento se ha extendido a las bolsas europeas también en los últimos días que estaban en una situación alcista desde principios de año. La bolsa española se mantiene con ganancias elevadas todavía desde principios de año, pero que también están sufriendo este ajuste en los últimos días, particularmente jueves y viernes, y después de un cierto respiro el lunes también están volviendo a escenarios negativos. Hoy han vuelto a abrir en rojo, sin ir más lejos.
Si miramos, además, qué es lo que está sucediendo ya, cuál es el impacto que están teniendo estas medidas, incluso antes de ponerse en cuenta, de ponerse en marcha, este impacto procede del incremento en la incertidumbre. Estamos alcanzando niveles similares en Estados Unidos, por ejemplo, a los que se alcanzaron durante el COVID. Este es el tamaño, el shock que está sufriendo ahora mismo la economía americana en términos de incertidumbre. Y digo, sobre todo, la economía americana porque el primer afectado por las propias medidas que están poniendo sobre la mesa sus autoridades está siendo Estados Unidos. Tenemos analistas y académicos que ya anticipan un mayor riesgo de recesión, por ejemplo, J.P. Morgan, y un mayor desempleo en Estados Unidos. Un antiguo secretario del Tesoro, Larry Summers, prevé una destrucción que puede llegar hasta los 2 millones de puestos de trabajo en Estados Unidos en caso de no deshacer estas medidas.
Por lo tanto, pese a las muchas incógnitas que todavía permanecen en este nuevo escenario, parece claro que este cambio de rumbo en la política comercial de Estados Unidos conlleva un coste. Y que ese coste será especialmente acusado para ellos, para la economía americana. Pero va a afectar a todos. Y, con particular dureza, a los países más vulnerables. Estamos, por lo tanto, hoy, con respecto a donde estábamos la semana pasada, en un mundo más fragmentado, más empobrecido y menos seguro. Esta es la realidad.
La magnitud de la incertidumbre en torno al impacto de las medidas adoptadas conlleva, por supuesto, enormes dificultades a la hora de estimar el impacto que prevemos, a la hora de estimar cuál va a ser el impacto sobre nuestras economías, y por lo tanto a la hora de diseñar las medidas necesarias para minimizar ese efecto negativo.
Quedan todavía muchas incógnitas por despejar. Tenemos, aparte de la exposición directa, que es un elemento claro de riesgo y de posible contagio negativo de estas medidas, tenemos efectos adicionales a considerar.
Por supuesto, la exposición indirecta, es decir, los efectos que proceden de esta integración de las cadenas de valor que señalaba anteriormente.
Se suman estos efectos indirectos, por supuesto, al impacto de variaciones, por ejemplo, en tipos de cambio. A qué va a pasar la incertidumbre en torno a la evolución de los tipos de interés. O, incluso, la redistribución de los flujos comerciales, posibles elementos asociados a desviación de comercio desde el mercado americano al resto de mercados que sigan abiertos.
Además, más allá de los intercambios de bienes, hay que tener en cuenta que estos efectos de segunda ronda, estos efectos indirectos, también pueden afectar a sectores adicionales. Por ejemplo, a un sector importantísimo para la economía española como es el sector del turismo, que además es un sector clave para algunas de nuestras regiones como pueden ser nuestras islas.
Como último elemento de incertidumbre, falta por conocerse el desarrollo de la respuesta de los países afectados por los aranceles americanos. Incluida, por supuesto tanto la posible negociación o los posibles acuerdos a los que puedan llegar, como contramedidas, como estamos viendo en algún caso importante como es el caso chino.
Faltan también por conocer cuál va a ser el ajuste, cuál va a ser la respuesta de las empresas. Tanto en materia, por supuesto, de decisiones de inversión como en materia también de traslación de estos costes a precios.
Faltan también por conocer las respuestas de los consumidores en sus decisiones del día a día y cómo nos iremos todos adaptando a este nuevo contexto.
En la respuesta de los Estados afectados, los países afectados tenemos un ejemplo claro de contramedidas que ya han sido puestas sobre la mesa y es el caso de China. Han sido los primeros y los más contundentes en su represalia con aranceles entre un 10 y un 49% a diversos productos estadounidenses, controles a la exportación o incluso suspensiones de importaciones a algunos productos agrícolas.
Frente a esto, tuvimos la noticia ayer de que Estados Unidos confirmaba que concretó ya además la amenaza de aumentar un 50% adicional, 50 puntos adicionales sus aranceles a China, teniéndolos ya por encima del 100%.
En definitiva, hemos entrado en este caso ya en una escalada de medidas arancelarias entre las dos mayores economías mundiales, un elemento adicional de empobrecimiento para todos.
¿Cuál debe ser, por lo tanto, la respuesta que pongamos sobre la mesa ante este escenario tan complejo? Esta enorme incertidumbre lo que nos lleva es a tener claros dos elementos.
El primero de ellos es que tenemos que tener un seguimiento continuo de la situación. Es una situación que va a evolucionar en las próximas semanas, en los próximos meses y, por lo tanto, hay que tener también una dosis adicional de prudencia.
El segundo elemento, más allá del seguimiento continuo, es la necesidad, por lo tanto, de ir adecuando nuestra respuesta a la evolución de las necesidades y hacerlo, por supuesto, y este es otro punto que señalaré posteriormente, con diálogo. Con diálogo con todos los actores involucrados, y esta es la mano tendida que estamos teniendo desde el primer día con los agentes sociales, pero también con todos los grupos parlamentarios y también con las comunidades autónomas desde mañana mismo con la convocatoria de la conferencia sectorial para este tema y desde el primer día, como se pueden imaginar, con los sectores y empresas potencialmente afectados.
Pero déjenme trasladar una buena noticia. La buena noticia es que estamos preparados y esto tiene que ser un mensaje de confianza clara en un momento de tanta incertidumbre como este.
Podemos beber de la experiencia que hemos ido desarrollando en la respuesta a crisis durante estos años. Nos ha servido, desde luego, para salir reforzados de lo que han sido, por desgracia, hitos históricos en los últimos cinco o seis años. Hemos tenido que enfrentar entre todos la peor pandemia de los últimos cien años. Estamos enfrentando una guerra a las puertas de Europa, algo que era totalmente desconocido en los últimos treinta años. Una crisis inflacionaria que nos llevó a una aceleración de precios por encima de los dos dígitos, algo que no habíamos visto en España desde los años ochenta, desde principios de los años ochenta. O, incluso, la DANA como elemento más reciente que ha azotado nuestro país, en concreto, sobre todo, a la Comunidad Valenciana, a finales del año pasado. Uno de los peores desastres naturales en los últimos ciento veinte años.
Como decía, todos estos acontecimientos nos han enseñado a articular una respuesta, una respuesta rápida que consiga dar frutos. Lo hemos hecho siempre yendo de la mano de la Unión Europea. Y luego, al final, me detendré en este aspecto que es fundamental.
Se trata de estrategias de salida de crisis que nos han permitido no sólo amortiguar el impacto de estos shocks y evitar que existan cicatrices estructurales, sino también salir reforzados de estas crisis.
Un ejemplo claro lo tenemos en el uso de los ERTE. Según un análisis de la OCDE, por cada trabajador que se ayudó durante la pandemia mediante un ERTE, se salvaron casi dos puestos de trabajo, entre uno y dos puestos de trabajo. Esto es un elemento claro, un ejemplo claro de cómo no sólo estas medidas han ayudado a proteger el tejido productivo, en este caso el empleo y los trabajadores, sino que además han contribuido a salir reforzados. Tenemos el ejemplo claro en el caso español con cifras históricas en términos de mercado de trabajo, incluso habiendo tenido que enfrentar estas crisis que acabo de mencionar. Desempeño extraordinario que vemos día a día en los datos de afiliación.
Esta experiencia, precisamente, de respuesta ante crisis que hemos tenido que vivir en los últimos años, es lo que nos ha permitido reaccionar con tanta celeridad en este caso, en el caso del conflicto arancelario.
Señalar, como he dicho antes, que en apenas doce horas, en apenas doce horas España ya había puesto sobre la mesa un Plan de Respuesta y Relanzamiento al conflicto comercial. Un plan que presentó el propio presidente del Gobierno el jueves por la mañana, como decía, apenas doce horas después del anuncio del presidente estadounidense de las medidas arancelarias generales para el conjunto de la economía mundial.
Con medidas específicas, movilizando todos los instrumentos financieros y comerciales a nuestra disposición por un valor inicial del plan por encima de los 14.000 millones de euros.
Frente a la incertidumbre y al impacto negativo de los aranceles, el objetivo del plan es muy claro, ofrecer certeza, ofrecer confianza y un mensaje de apoyo a los ciudadanos, a las empresas y a los trabajadores que puedan verse afectados. Que sepan que van a seguir pudiendo contar con nosotros también al enfrentar esta situación tan difícil, tan compleja y tan incierta.
Paso a detallar el Plan porque yo creo que es importante que los ciudadanos entiendan también no sólo el contexto sino cómo estamos respondiendo en efecto a esta situación.
Como he dicho anteriormente, el plan despliega todos los instrumentos financieros y comerciales que tenemos a nuestra disposición y lo hace en torno a dos ejes principales de actuación. Uno más de corto plazo y otro, como decía, pensando en el relanzamiento en el medio-largo plazo.
El de corto plazo, el eje inicial, es una red de protección, una red de protección preventiva y de ayuda inmediata al tejido productivo. En este caso, ponemos sobre la mesa una línea de avales ICO de 5.000 millones que aprobamos ayer en el Mediante Real y en el Consejo de Ministros. Esta línea lo que busca es favorecer precisamente el acceso a financiación de manera rápida, instantánea previendo o intentando evitar posibles necesidades de liquidez, de circulante o incluso también ayudando a realizar los proyectos de inversión que sean necesarios por una empresa para permitir mantener su actividad económica, incluso en este contexto de potencial bajada de pedidos por parte de la economía o de sus clientes estadounidenses.
Hablaba antes, también, además de la experiencia que nos ha aportado la crisis reciente y más allá de esta línea de avales, lo que vamos a poner en marcha en esta red de protección inmediata es una línea ICO adicional de 1.000 millones de financiación intermediada. Además, capacidad de financiación por 200 millones también para la inversión productiva, la reconversión productiva desde el Ministerio de Industria, el Fondo de Apoyo a la Inversión Industrial Productiva y también un elemento de demanda para uno de los sectores potencialmente más afectados como es el sector del automóvil a través de la aprobación de los 400 millones de euros del Plan MOVES III de incentivos a la adquisición de vehículos eléctricos.
Por lo tanto, como decía, aprovechamos la experiencia que tenemos en cuanto a los instrumentos que nos han funcionado en crisis anteriores para despegarlos lo más rápido posible haciendo o poniendo a disposición de las empresas afectadas esta red de protección preventiva.
Por supuesto, contamos también, y así lo anunció el presidente del Gobierno con la seguridad que nos aporta nuestro mecanismo RED, el que nació del éxito de los ERTE en pandemia. Este mecanismo se podrá activar para, por supuesto, aliviar aquellos sectores más expuestos y favorecer el mantenimiento del empleo y a la vez promover la cualificación en respuesta a esas necesidades cambiantes de los sectores afectados.
Sabemos, señorías, por experiencia que la reacción inmediata es clave. Si queremos minimizar el impacto a medio o largo plazo, si queremos evitar esas cicatrices, tenemos que responder de manera inmediata. Con la puesta a disposición de las empresas de esta liquidez, lo que queremos hacer es precisamente eso, responder de manera inmediata. Porque si una empresa no puede acceder cuando más no necesita a liquidez para compensar esas caídas de su circulante, puede acabar provocando, por ejemplo, una reacción en cadena en sus proveedores, en sus clientes y transformar un problema que inicialmente era de liquidez en un problema más serio, más de largo plazo, un problema de solvencia que es más difícil de corregir y que supone una cicatriz en nuestro tejido productivo.
El segundo eje, como decía, es un eje de mirada larga, de luces largas, un eje de medio plazo donde además de reforzar a través de esta red de carácter preventivo, lo que queremos es fomentar la modernización de nuestro tejido productivo, impulsando la proyección internacional de nuestras empresas. Este es el elemento fundamental de esta segunda capa. Contamos ya con mimbres también en este ámbito que sabemos que funcionan. Y que nos permiten afrontar este reto con garantías.
De hecho, lo que vamos a hacer es, por ejemplo, entre otras medidas, reorientar 5.000 millones de los instrumentos financieros del Plan de Recuperación diseñados en esta segunda fase para atender las necesidades de los sectores más expuestos.
La capacidad transformadora del Plan de Recuperación es innegable, lo estamos viendo en el día a día de nuestra economía. De hecho, nuestras estimaciones señalan que el impacto del Plan de Recuperación en términos de nivel de PIB, de Producto Interior Bruto, estaría ya por encima de los 2,6 puntos y se acercaría a finales de esta década a los 3,4 puntos porcentuales. Esto es esencial, como decía, para aumentar nuestro crecimiento potencial y, por lo tanto, también la sostenibilidad hacia adelante de nuestro modelo de nuestro estado de bienestar.
De hecho, justo esta mañana, permítame señalarles, hemos publicado una actualización de los datos de ejecución del Plan de Recuperación a cierre del mes de marzo, 31 de marzo, y los datos de ejecución de las transferencias de esa primera fase del Plan alcanzan ya los 49.500 millones de euros asignados a beneficiarios finales, proyectos empresariales con nombres y apellidos.
Y, desde luego, el Plan, todos sabemos que, más allá de estas grandes cifras de ejecución, es una transformación de nuestro tejido productivo a nivel más granular. Estamos hablando de casi 600.000 pymes beneficiarias del Kit Digital. Más de 7.700 pymes en 800 municipios donde ha llegado. Está ya la banda ancha de muy alta velocidad, 851 equipos de alta tecnología hospitalaria, más de 190.000 mujeres de zonas rurales o deprimidas formadas gracias al Plan de Alfabetización Digital. Es decir, una transformación continua de nuestro tejido productivo y social. El Plan es una transformación real, es una historia de éxito de nuestra economía y también ponemos sus instrumentos al servicio de la respuesta al shock arancelario.
Pero también tenemos instrumentos adicionales en esta segunda pata. Ayer, también en el Consejo de Ministros, en el Real Decreto Ley que aprobamos, se amplió la potencia de fuego de uno de los instrumentos de internacionalización más importantes, el Seguro de Crédito a la Exportación, CESCE en este caso, para poder dedicar 2.000 millones más, precisamente, a la capacidad de internacionalización de nuestras empresas y, por lo tanto, a reducir ese riesgo que tienen debido a la exposición al mercado estadounidense.
Estos instrumentos, además, se van a completar con un plan de internacionalización de ICEX. Este plan, lo que queremos es que proporcione ayuda personalizada, acompañamiento personalizado a aquellas empresas que puedan verse más afectadas. Tanto aquellas empresas que opten por mantenerse en el mercado estadounidense como aquellas que vayan buscando mercados alternativos. Van a recibir servicios y asesoramiento personalizado, análisis de mercados, soluciones ajustadas a sus necesidades concretas. En definitiva, un tratamiento integral que permita, precisamente, que estén preparadas para lo que viene.
La visión de empresa aterrizada es fundamental. Tenemos que llegar a ellas. Aquí, cuando miramos los datos de exportaciones a Estados Unidos o de exposición, tenemos que, en torno a 500 empresas, representan el 77% del total de las exportaciones a Estados Unidos. Tenemos que conseguir llegar a ellas y a todas aquellas que puedan verse afectadas.
En definitiva, como decía, además de ese primer eje de la red de apoyo, este segundo eje de actuación permite invertir, precisamente, y exportar. Estos son los dos ejes de crecimiento, inversión y exportación.
Uno de los efectos, desde luego, del Plan de Recuperación ha sido aumentar la competitividad de nuestras empresas, la capacidad de competir a nivel internacional. Algo que se puede ver, por ejemplo, en cómo ha ido ganando peso nuestro sector de servicios no turísticos, que exporta hoy día más que el sector turístico. Exportamos en servicios no turísticos, que son de mayor valor añadido, servicios a empresas, hoy día 100.000 millones, por encima de lo que exportamos en servicios turísticos, incluso en un año récord para el turismo, como fue el 2024, cuando se exportaron en torno a los 94.000 millones.
Un Plan de Respuesta, por lo tanto, señorías, inmediato, con más de 14.000 millones movilizados, pero, sin duda, y esto es un elemento esencial de este plan, es que consiste en una primera capa del plan que vamos a seguir desarrollando entre todos.
El carácter abierto de este plan es otro elemento fundamental. Como he dicho antes, sabemos y somos conscientes de que las circunstancias van a ir evolucionando a lo largo de las próximas semanas y de los próximos meses, y tenemos que ser capaces, precisamente, de diseñar este plan conforme vayamos viendo las necesidades que van surgiendo.
Y, además, otro elemento esencial es que las necesidades y la afectación cambian de empresa a empresa en función de esa exposición al mercado estadounidense que tenga cada una de ellas. Cambian también, por supuesto, a nivel sectorial, en función de lo abierto, de lo expuesto a Estados Unidos que esté cada sector. Y van a cambiar también de territorio a territorio en función de la exposición que tenga la actividad económica de cada comunidad autónoma a la economía estadounidense.
De hecho, lo que queda garantizado en el Real Decreto-Ley, en la respuesta que hemos dado, es que el acceso a todas estas medidas que ponemos sobre la mesa va a estar garantizado con un criterio no arbitrario, con un criterio precisamente que tenga en cuenta este grado de exposición al shock que viene, grado de exposición a las exportaciones a Estados Unidos. Esto queda totalmente garantizado en el Real Decreto-Ley que se publica hoy y que se aprobó ayer.
Lo que estamos haciendo es dar una respuesta a las empresas que más lo necesiten, que sean capaces de tirar de estas ayudas y poder compensar ese potencial efecto negativo. Además, conforme se vayan utilizando estos instrumentos, por supuesto que los iremos aumentando y los iremos rellenando para que ninguna empresa que lo necesite se quede sin esta capacidad de acceso a esta red de protección de instrumentos financieros y comerciales. No habrá competencia entre empresas para el acceso a estas medidas.
Quiero transmitir, como he dicho anteriormente, que este plan es un punto de partida, es una herramienta abierta al diálogo, abierta al diálogo con todos. He dicho antes agentes sociales, por supuesto, abierta al diálogo con los grupos parlamentarios, hemos estado hablando en numerosas ocasiones a lo largo de los últimos días, diálogo con las comunidades autónomas, mañana mismo tenemos la reunión con todas ellas, diálogo con las empresas, diálogo con los sectores. Entre todos, tenemos que ir completando este diagnóstico que tiene que ser un diagnóstico pormenorizado, para eso necesitaremos precisamente este contacto detallado, por ejemplo, con los territorios que son muchas veces conscientes de la realidad económica y, por lo tanto, pueden aportar también y ayudar a las propias empresas a que tengan el acceso más rápido posible a estos instrumentos que ponemos sobre la mesa. Contribuyendo, como decía, entre todos, a diseñar este plan que tiene que ser un plan que suponga la respuesta que necesitamos.
Este plan, como decía anteriormente, además es un complemento a un esfuerzo más amplio que tiene que venir de Europa. Esta es la segunda buena noticia, y es que no estamos solos, ni mucho menos, contamos con el enorme activo que supone formar parte de la Unión Europea. Poder actuar de la mano de los 27, de la Comisión Europea, en una unión que debe ser nuestro principal activo, nuestro principal motor en estos momentos, para que seamos capaces de influir y de proteger los intereses de nuestros ciudadanos y de nuestras empresas.
Imaginemos por un momento cuál sería la situación a la que nos enfrentaríamos de no formar parte de la Unión Europea hoy en día. Ante una subida de aranceles como la que se está produciendo por parte de Estados Unidos, los efectos serían devastadores para una economía pequeña y abierta como es la española. Por suerte, y por el acierto también, por supuesto, de una visión de proyecto conjunto, existe la Unión Europea, con la que podemos defendernos como iguales, sentarnos a cualquier mesa de negociación sabiendo que tenemos las herramientas para llegar a un acuerdo justo y equilibrado.
En ese sentido, como Unión Europea, estamos demostrando prudencia y racionalidad, apostando, por supuesto, por la negociación sincera y constructiva para evitar una guerra arancelaria que sabemos que no favorece a nadie.
Día a día pasan el Atlántico bienes y servicios por valor de 4.400 millones de euros. Ese es el tesoro que tenemos que proteger y por eso seguimos apostando, como decía, por una negociación que llegue a un acuerdo justo entre la Unión Europea y Estados Unidos.
Pero esta apuesta, por supuesto, que la hacemos sin caer en la ingenuidad. Contamos, como decía antes, con las herramientas necesarias para articular una respuesta contundente en caso de que sea necesario. Y lo haremos, eso sí, siempre de manera proporcionada y justificada, dejando tendida la mano y abierta la puerta a una negociación.
Este mismo lunes, el lunes de esta misma semana, en la reunión de los ministros de Comercio de la Unión Europea, en Luxemburgo, pude comprobar el respaldo unánime de los 27 a este enfoque pragmático que está liderando la Comisión Europea en sus negociaciones con Estados Unidos. Y también, como decía, una apuesta muy clara de todos por nuestro principal activo, la unidad y la coordinación también en la respuesta.
Es cierto que la Unión Europea puede y debe hacer más en estos momentos. Tiene que demostrar su cercanía y la capacidad de respuesta a las necesidades de empresas y ciudadanos. Es el momento de actuar por parte de la Unión.
De hecho, esa es precisamente la motivación de nuestra propuesta a nivel europeo de crear un fondo para acompañar al tejido productivo más afectado por el conflicto comercial. Este fondo europeo podría dotarse, por ejemplo, con los ingresos arancelarios que se recauden de las posibles medidas que se le impongan desde la Unión Europea a productos estadounidenses. Esto, desde luego, sería una forma muy directa de que nuestros ciudadanos pudieran ver de primera mano cómo Europa les protege y Europa está compensando, precisamente, el impacto de estas medidas, como decía, totalmente injustificadas y arbitrarias por parte de Estados Unidos.
Es un momento, señorías, de quiebra de confianza de las instituciones por parte de muchos ciudadanos. Es más importante que nunca, por lo tanto, contribuir, precisamente, a paliar esta desafección y lanzar un mensaje contundente de que la Unión Europea también va a ser parte de esta red de apoyo y que vela porque no se deje a nadie atrás en este conflicto. Que vela por evitar, como decía antes, al igual que hacemos desde España, que este conflicto deje cicatrices.
Y más allá de la reacción a los aranceles, Europa tiene que adoptar una actitud proactiva, una actitud proactiva que permita reforzar nuestra autonomía estratégica. Y aquí España está siendo, de nuevo, una voz dinámica y significativa en esta discusión en Europa.
Hay que avanzar, en primer lugar, en la hoja de ruta que permita reducir la fragmentación que todavía existe entre los 27 mercados de la Unión Europea. Tenemos que permitir el máximo aprovechamiento de nuestro mercado interior. Desde luego, esta es una de las medidas que más potencial tiene el futuro. No olvidemos que estamos hablando de un mercado interior que alcanza los 450 millones de consumidores. Este es el potencial que tenemos a nuestra mano. De hecho, el propio FMI señala que la eliminación de barreras entre Estados miembro, entre los 27, tendría un efecto equivalente a la reducción de un 45% de aranceles para el comercio de mercancías, y más del 100% en el caso del comercio de servicios. Este es el tesoro que tenemos al alcance de nuestra mano si somos capaces de avanzar en esa integración del mercado interior.
Uno de los elementos clave en la integración del mercado interior es la Unión del mercado de capitales, o como ahora la conocemos, la Unión de ahorros y de inversión. El Banco Central Europeo calcula que avanzar, precisamente, en un mercado interior integrado de capitales podría liberar 350.000 millones de euros al año en términos de ahorro de los ciudadanos para invertir en proyectos de inversión real, productiva, en la Unión Europea, proyectos innovadores que permitan impulsar el crecimiento, como decíamos antes, de nuestras empresas, y, por lo tanto, con ello, nuestra productividad y nuestra capacidad de seguir atrayendo talento y mejorar el día a día de los trabajadores.
Por eso, desde España, como decía, estamos siendo activos, contribuyendo decisivamente a estos avances. Hemos liderado con el Laboratorio Europeo de Competitividad, a propuesta de España, un marco, el establecimiento de un marco para favorecer la toma de decisiones ágiles. No hay mayor frustración que tener las recetas para poder salir adelante y no ser capaces de llevarlas adelante. Por lo tanto, nosotros hemos propuesto, con el apoyo de los principales países de la Unión, un nuevo marco que permite tomar las decisiones de manera ágil, innovar e integrar la Unión Europea. Donde los países que queramos avanzar podamos hacerlo, podamos aliarnos en ese esfuerzo y ver los frutos desde el día uno.
Otro de los ámbitos esenciales para profundizar dentro del mercado interior es el de la simplificación y armonización normativa. Muchas de las cargas administrativas que lastran nuestra actividad tienen su origen no solo en la regulación, sino en una deficiente implementación de la misma. Por lo tanto, aquí el esfuerzo tiene que ser continuado para mejorar el marco regulatorio usando todas las herramientas disponibles, por supuesto, las tecnológicas, pero también coordinando entre las distintas administraciones que tienen responsabilidades o competencias.
Eso es lo que estamos haciendo en España. Estamos coordinando a través del Régimen 20, entre todos, llegando a una respuesta coordinada a administraciones locales, comunidades autónomas y Estado para dar respuesta a esta fragmentación que tenemos todavía en el mercado interior, también en España. Estas 17 comunidades autónomas, dos ciudades autónomas, están contribuyendo a hacer de España un país más integrado y, por lo tanto, avanzar también en ese impulso positivo para la productividad de nuestras empresas.
Tenemos que ser capaces de conseguir todos estos objetivos de reducción de cargas administrativas o simplificación de estas barreras, sin dejar de lado algunos de los objetivos que siguen siendo claves para nosotros, como es, por ejemplo, el objetivo de sostenibilidad. Cumplir con nuestro objetivo de sostenibilidad, cumplir con el Pacto Verde, no es un obstáculo para poder avanzar en la reducción de cargas a nuestras empresas y administraciones. Los dos elementos son compatibles y en eso es en lo que vamos a estar también en los próximos años de la Unión.
Pero decía que la tarea de la Unión, por supuesto, tiene un elemento de mirada hacia adentro, tenemos muchos deberes para conseguir este mercado interior, pero también tiene un elemento de mirada hacia afuera. Tenemos que reforzar lazos comerciales con socios estratégicos. Si recuerdan, el pasado jueves, apenas unas horas después, ya de madrugada, unas horas después del anuncio de las medidas por parte del presidente estadounidense, ya de madrugada, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, hizo unas primeras declaraciones donde aseguró que la Unión estaría a la altura del desafío y también mostró nuestra mano tendida a Estados Unidos.
Pero lo que quiero venir a reflejar aquí es que estas declaraciones las hizo desde Samarcanda, en Uzbekistán, donde se encontraba con ocasión de una cumbre entre Europa y Asia Central. Y lo que quiero es que nos fijemos en el valor simbólico, precisamente, de esta coincidencia. Samarcanda era una de las etapas claves de una principal ruta comercial que durante mil años unió Oriente y Europa, la ruta de la seda.
Volvemos, por lo tanto, a la importancia de tejer lazos, de tejer alianzas con nuestros socios. El libre comercio es consustancial al propio origen de la Unión y está en nuestro ADN. Tenemos que avanzar, como antaño, en reforzar nuestras alianzas con países que pueden ir desde India, Canadá o, por supuesto, Mercosur.
Déjenme dedicar unos segundos a este último. Desde España llevamos años defendiendo el acuerdo al que, al final, se consiguió llegar con Mercosur y ahora estamos empujando para tener una rápida ratificación de este acuerdo. Estamos hablando de la consolidación de un mercado de más de 750 millones de consumidores, donde España, además, tendrá un papel particularmente importante, relevante, que jugar como puente entre los dos continentes.
En definitiva, señorías, es un momento para que la Unión demuestre unidad, demuestre que continúa siendo un socio confiable, que el mundo conoce y aprecia, y que lo haga manteniendo, desde luego, los valores que nos caracterizan, nuestro carácter abierto, nuestro carácter social y nuestro carácter sostenible. Tenemos que apostar por los valores verdes, sociales y multilaterales. Esa es la realidad de la Unión Europea y también la nuestra. Son los valores que mejor nos caracterizan y aún más en esta situación que es particularmente convulsa.
Y voy cerrando ya, señorías, la primera de la que probablemente será una serie de comparecencias hacia adelante. Ya saben que en el Real Decreto Ley me he comprometido a volver con carácter trimestral para, desde luego, desarrollar de manera abierta y transparente este intercambio continuo de situación actual y, por lo tanto, de análisis también de la respuesta que vayamos dando.
Cierro con algunos mensajes que quiero recordar y que he reflejado en mi intervención.
Mensaje de confianza, mensaje de diálogo abierto y mensaje de apoyo a nuestros trabajadores, empresas y ciudadanos que puedan verse afectados por la situación actual. Creemos firmemente que estos tres elementos son la clave para la respuesta que tenemos que dar entre todos a este enorme reto que tenemos por delante.
Y permítame una última reflexión. Estamos en un mundo de contrastes. Contrastes entre modelos, modelos económicos y sociales. Lo que queremos nosotros es un modelo donde prime la unidad en la respuesta, donde prime la búsqueda de consensos, sobre la base de reglas comunes, por supuesto, y donde prime la solidaridad. Y frente a este modelo hay otro modelo que se está proponiendo, que es un modelo de la arbitrariedad de las decisiones y del sálvese quien pueda. Nosotros no podemos permitir que se impongan las condiciones de este segundo modelo. Tenemos que apostar por el nuestro, porque además se están poniendo ya en entredicho algunas de las políticas esenciales de las que llevamos avanzando como europeos en los últimos años, como la igualdad de género o la importancia de la transición ecológica.
Ahora, más que nunca, tenemos que ser capaces de construir sobre nuestra experiencia, mostrar esa capacidad de adaptarnos a entornos cambiantes, complejos, distintos.
El cambio en sí no tiene por qué ser malo. Sabemos que el modelo internacional de reglas del que nos hemos dotado no es perfecto, que puede mejorarse. Pero hay que gestionar ese cambio con prudencia. Hay que dotar de certidumbre a los ciudadanos y hacerlo sin renunciar a nuestros valores, que están profundamente imbricados en el proyecto europeo.
Es el momento de defender nuestro ADN común, de apostar por él. Es el momento de Europa y es el momento de España. Por parte del Gobierno, mano tendida para todos, juntos, seguir dando respuesta a este enorme reto que tenemos por delante.
Muchas gracias.